lunes, 9 de mayo de 2011

Navegando

Daniel.- ¿de qué sirve seguir luchando?. Ya intenté llegar una vez y no fue posible. Ahora, por más que lo deseo, siento que no está en mis manos el conseguirlo, que lo que tenga que pasar, pasará.

Indiana.- ¡Insiste!. No dejes de intentarlo. No es cierto que tu destino esté escrito. No te resignes al azar.

D.- ¿Quiéres decir que si sigo intentándolo, lo conseguiré?.

I.- Desgraciadamente no. No todo lo puede controlar uno, pero puedes influir en el discurrir de los acontecimientos. Sigue creyendo en ello con todas tus fuerzas.

D.- No entiendo. Me animas a luchar a ciegas, sin saber si habrá recompensa.

I.- ¡No se trata de luchar, sino de vivir!. No es algo excepcional, sino la normalidad. En ocasiones lo percibimos. Lo llamamos sensaciones, presentimientos, agüero, química... el mundo gira y sólo a veces somos capaces de sentir el movimiento.

     Por eso no se trata de luchar, sino más bien de navegar un caudaloso río, no demasiado largo, en una modesta barquita de madera. Si no remas tan sólo puedes ir a la deriva, por eso es importante no rendirse, aunque seguir remando no te asegure llegar a la orilla deseada.

D.- Pero, ¿cómo vencer a la corriente con tan sólo un par de remos?

I.- Sintiéndola. No es culpa del río si no llegas donde quieres. Debes aprender a navegar con él. Escucha e impúlsate con sus corrientes.

D.- ¿Y si no van dónde quiero?. ¿Qué hago?.

I.- Aceptarlo e insistir, siempre siguir insistiendo. Nunca te marques un rumbo fijo. No pretendas seguir la ruta más corta, acepta que no puedes elegirla sólo con lógica, y no tengas prisa en llegar, que el río es corto.  

     Antes te ha de llevar a muchas orillas desconocidas. Adonde llegues, conoce. Aprende cuando no quede otra posibilidad y disfruta cuando te sea posible, pero que ni una cosa ni otra te hagan dejar de navegar.

     No hay frustración si lo haces comprensible. Y comprenderlo no significa rendirse.

D.- ¿Y si me acerco a la desembocadura del río sin encontrar mi orilla? ¿No sentiré entonces frustración?.

I.- Por supuesto... si lo que navegas fuese un río conocido. Pero, al igual que entiendes que el río no es sólo agua, sino que lo abarca todo, olvidas que el tiempo es sólo una invención humana. Si tus sueños son más amplios que una vida animal, no has de sentirte mal, sino orgulloso de ser capaz de imaginar orillas aún vírgenes. Orgulloso de pretender navegar más allá de la desembocadura. De querer conocer el mar.

    Si es así, no navegues solo. Comparte el viaje, pues algún día serás agua de río y podrás hacer que tu orilla se descubra.

  Sigue remando, hijo mio, que no lo haces solo.  Yo remo también. Ansío con todas mis fuerzas poder tenerte entre mis brazos.

2 comentarios:

  1. Os quiero... yo también seguiré remando siempre que os tenga a mi lado, y llegara ese momento en que los tres alcancemos una misma orilla y podamos al fin abrazarnos.

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  2. Desde el jueves se divisa.

    ¡Tierraaaaaaaaaaa!

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