lunes, 30 de enero de 2012

Desmontando a Indianase

Es curioso, mientras escribía las últimas entradas, me he dado cuenta de algo.
Siempre había entendido como caducas todas mis reflexiones, útiles sólo para un momento y lugar determinados. De hecho, o no las escribía o no tenía necesidad de conservarlas, pues ya habían cumplido su función liberadora.

Sin embargo, al publicarlas en el blog, tengo la oportunidad de volver a leerlas en cualquier momento y es sorprendente lo mucho que dicen de uno y lo poco consciente que era de ello en el momento de escribirlas.
Hay una especie de continuidad en lo que en principio eran reflexiones inconexas. Un guión trazado en torno a la idea central de felicidad con dos partes claramente diferenciadas.

En las primeras reflexiones existe una reivindicación de la felicidad como proyecto de vida. La considero posible y por muy tonto que suene, la creo necesaria para ser feliz. Son muchas las entradas que he escrito cuando me he sentido feliz, tal vez usándolas como argumentos para esa reivindicaación: En la batalla, Qué habría sido de..., Tontos versos de Aniversario, A Daniel, Todo al Natural...

No obstante, se hacía también patente la idea de que, aunque la felicidad estaba presente en mi vida, no siempre me sentía feliz. Faltaba que la felicidad tuviese continuidad y que no saltase de momento en momento. A ese algo le llamé plenitud.

Entradas como RRRabia, Retraído, Noches de hombres lobo, Perdedor... liberaban unos sentimientos que no llegaba a comprender.

Y donde parecía acabar la utilidad liberadora del blog, a modo de terapia para poder para centrarme así en los momentos felices de mi vida, ha resultado estar la clave de lo que buscaba al comenzarlo.

El nacimiento de mi hijo y la euforia serena en la que vivo desde entonces, me han dado el valor necesario para adentrarme en el terreno desconocido y peligroso del autoconocimiento. No sólo liberar sentimientos, sino tratar de comprenderlos. Esa es la clave para que mi felicidad sea plenitud. Necesito vivir como soy, tal y como hago en los momentos felices, y extrapolarlo a toda mi vida.

Un viaje doloroso en su comienzo, pero revelador en el presente. Aún no he encontrado el tesoro, pero tengo ya el mapa.

Volvemos al comienzo, a conocerSE, pero la aventura continúa. Indiana en busca de sí mismo, ahora y gracias al blog, con el mapa del tesoro.

domingo, 22 de enero de 2012

Sociedad normatizada VS Espontaneidad

Tenemos miedo al error. Tratando de ser cada vez mejores, pensamos que el error es imperfección, por lo que debemos procurar limitarlo lo máximo posible. Es curioso, en la infancia lo permitimos, pues ¡sabemos que es aprendizaje! (claro, que controlamos todo el universo del niño y sabemos de antemano las consecuencias de sus actos). En la adolescencia, tratamos de evitar que actúen sin pensar (ya hay riesgos que no controlamos), aunque comprendemos el error como algo propio de la edad. Y ya en la edad adulta, estamos obligados a que desaparezca de nuestras maduras vidas. No es propio de gente civilizada meter la pata.

Demandamos información para ayudar a la razón a tomar la decisión correcta y no tener que experimentar. Así, por ejemplo, uno puede estar viendo las noticias y recibir pautas de cómo ha de comportarse en la cena de navidad de la empresa, cómo debe preparar una mesa para ser un gran anfitrión, qué debe uno hacer o no cuando se mueve por las redes sociales, cómo ahorrar combustible, en qué momento es adecuado el abrazo, en cuál dos besos y en cuál sólo la mano...

A esa multitud de normas no escritas, hay que sumarle las que si lo están, es decir, las leyes, todas ellas resumidas en el monosílabo NO!: no mates, no robes, no fumes, no uses el móvil mientras conduces, no dejes de pagar impuestos...

Y junto a todo ello, el consejo, esas opiniones de nuestro entorno más cercano en donde los miedos de uno se extrapolan y nos suelen echar para atrás. Es lógico, si la gente nos quiere y tiene las mismas dudas que les planteamos, pretenderá evitarnos un error que nos lleve a un sufrimiento. 

Ah! por cierto!, no lo menciono más que de pasada pero creo que se entiende si digo aquí que también hay que comportarse como Dios manda.

Escritas o no, nuestra sociedad se ha normatizado hasta tal punto, que ya no hay espacio para la espontaneidad.  Sociedad de la Información le llamamos y eso es lo que es, información para no tener que exponernos a vivir como sentimos, no sea que nos lleve al error.

Yo estoy de lleno metido en este embrollo. No tengo más vida que ésta, por lo que quiero vivirla de verdad, sin limitar lo que soy por vivir en el lugar y en el momento que me ha tocado. Pero por un lado, no tengo claro muchas veces si mis actos son regidos por mis sentimientos o por normas asumidas como propias que realmente no lo son. Despejar esas dudas me está costando. 

Y por otro, he comprendido que no siempre actúo como siento. No siempre me salgo de la norma cuando sé que esa norma no es mia. Esto me ha hecho daño durante mucho tiempo. Me he sentido cobarde gran parte de mi vida y eso alimentaba más mi inactividad. Ahora empiezo a entender que pretender lo contrario era igualmente tratar de eliminar el error y que éste es parte de mí. 

Conocerme y vivir en consecuencia para sentir la felicidad en plenitud es la meta de mi vida. Afortunadamente, no lo he conseguido a los 30.  


Abandonados a la razón

Como esto de sentir y entenderlo suena más a místico que a terrenal (¿qué cosas, verdad?), a ver si partiendo del método de la Razón se entiende mejor que comprender lo que se siente no es cosa de brujos o iluminados, sino más propio de nuestra naturaleza que no hacerlo. Ese método, por supuesto, sólo podía ser el MÉTODO CIENTÍFICO.

Establecer un principio teórico que luego debe ser comprobado mediante ensayo-error, en eso consiste el método científico. ¿Sometemos nuestras actuaciones a este método?:

OPCIÓN A: "El filtro de la razón"

  • Siento algo--lo razono--lo comprendo--lo vivo o no según mis conclusiones.
  • Siento algo--lo razono--no lo comprendo o genera dudas-- no lo vivo--NO LO COMPRENDO.

OPCIÓN B "Comprender lo que se siente"
  • Siento algo--simplemente razonándolo lo llego a comprender-- lo vivo a o no según mis conclusiones.
  • Siento algo-- no lo comprendo o genera dudas incluso razonándolo--lo vivo--LO COMPRENDO.
Como vemos, la Opción A limita nuestras actuaciones a su previa comprensión razonada. Sólo se vivirán esos sentimientos cuando sea razonable sentirlos, incluyendo aquí su aceptación social.  Si eso nos genera dudas, no procedemos a su comprobación, pues podría desembocar en el ERROR.

La Opción B, sin embargo, permite ahorrar esfuerzos si mediante la razón es posible comprender lo que se siente sin tener que experimentarlo (no hace falta que nos atropelle un coche para saber que eso es dolor), pero si no se llega a su comprensión, hay que VIVIRLO. Su resultado podrá ser un acierto o un error, pero lo que no cabe duda es que será comprendido.

jueves, 19 de enero de 2012

Del pensamiento sensible

Si lo RAZONO, seguramente creeré que estoy equivocado y no publicaría esta entrada ni las siguientes, que nacen de esta. Pero el pensamiento sensible lo SIENTO como verdad así que, para no entrar en contradicción conmigo mismo, me veo obligado a intentar comprenderlo exponiéndolo. ¡Vamos allá!.

Entiendo por razonar a utilizar la lógica para interpretar la realidad que percibimos con los sentidos.  Pero se sabe como cierto que éstos nos muestran una realidad muy limitada y en muchas ocasiones, falseada, por lo que todo pensamiento basado en la razón tenderá a ser limitado y en muchas ocasiones, falso.

Sentir en cambio, abarca mucho más. No obstante, implica un mayor ejercicio intelectual tratar de interpretar la realidad a partir de lo que sentimos y no de los sentidos, pero resulta necesario. A menudo optamos por omitirlos si no superan el filtro de la razón, pero no dedicarnos tiempo para comprender lo que sentimos, fácilmente nos puede conducir a retraimientos, ansiedades, depresiones o simple infelicidad.

Comprender lo que sentimos y vivir en consonancia, eso es el pensamiento sensible. ¿Cómo hacerlo?, pues no sé. Comentaré como trato de hacerlo yo, pero en una nueva entrada para permitir así la reflexión de ésta y si no convence, que no se pierda más el tiempo con mis tontás. Sí diré como aliciente, que lo que más me gusta de intentarlo es que para conocer, no sólo hay que reflexionar, sino vivir. Reflexionen.

sábado, 14 de enero de 2012

Pensamientos en bruto







         UTILICE EL LECTOR LO QUE LE            PLAZCA                            


Si no somos como queremos, tampoco como creemos ser.







¿Cómo evitar ser mecánico?----  errar es humano.
¿Cómo actuar frente al que no sigue las normas?:
·         Aislarlo?
·         Encarcelarlo?
·         Escolarizarlo?




       
¿alguién sabe cómo resetear tanta información estúpida?
¿en qué momento dejamos de ser nosotros?

¡¡ EL  SURREALISMO SE ESTUDIA!!







                                            sociedad normatizada VS espontaneidad












Ser rebelde es ser. 

¡VIVAN LOS MOMENTOS VIVIDOS!   

Se hacen necesarios los poetas. Y la poesía, imprescindible.


Y sin embargo, todo cabe en la sonrisa de mi hijo
 NECESARIOS  
LOS POETAS.   Y
    
 … A SU SOMBRITA                                                                          





       

domingo, 1 de enero de 2012

Año Nuevo


La última campanada despertó nuestros rostros.
Busqué tu mirada limpia y directa. Una mirada que sólo retiras si va acompañada de mejillas sonrojadas y leve sonrisa.
No eran ilusiones vírgenes lo que había en ella, sino hermosos recuerdos. Unos recuerdos que comparto.
Nos besamos sin intención de sellar nuevos propósitos, únicamente por disfrutar el momento.

Un día más a tu lado terminaba.
Siempre fuiste bella, pero el tiempo te ha hecho preciosa. Prometo amarte aún más mañana.