Es curioso, mientras escribía las últimas entradas, me he dado cuenta de algo.
Siempre había entendido como caducas todas mis reflexiones, útiles sólo para un momento y lugar determinados. De hecho, o no las escribía o no tenía necesidad de conservarlas, pues ya habían cumplido su función liberadora.
Sin embargo, al publicarlas en el blog, tengo la oportunidad de volver a leerlas en cualquier momento y es sorprendente lo mucho que dicen de uno y lo poco consciente que era de ello en el momento de escribirlas.
Hay una especie de continuidad en lo que en principio eran reflexiones inconexas. Un guión trazado en torno a la idea central de felicidad con dos partes claramente diferenciadas.
En las primeras reflexiones existe una reivindicación de la felicidad como proyecto de vida. La considero posible y por muy tonto que suene, la creo necesaria para ser feliz. Son muchas las entradas que he escrito cuando me he sentido feliz, tal vez usándolas como argumentos para esa reivindicaación: En la batalla, Qué habría sido de..., Tontos versos de Aniversario, A Daniel, Todo al Natural...
No obstante, se hacía también patente la idea de que, aunque la felicidad estaba presente en mi vida, no siempre me sentía feliz. Faltaba que la felicidad tuviese continuidad y que no saltase de momento en momento. A ese algo le llamé plenitud.
Entradas como RRRabia, Retraído, Noches de hombres lobo, Perdedor... liberaban unos sentimientos que no llegaba a comprender.
Y donde parecía acabar la utilidad liberadora del blog, a modo de terapia para poder para centrarme así en los momentos felices de mi vida, ha resultado estar la clave de lo que buscaba al comenzarlo.
El nacimiento de mi hijo y la euforia serena en la que vivo desde entonces, me han dado el valor necesario para adentrarme en el terreno desconocido y peligroso del autoconocimiento. No sólo liberar sentimientos, sino tratar de comprenderlos. Esa es la clave para que mi felicidad sea plenitud. Necesito vivir como soy, tal y como hago en los momentos felices, y extrapolarlo a toda mi vida.
Un viaje doloroso en su comienzo, pero revelador en el presente. Aún no he encontrado el tesoro, pero tengo ya el mapa.
Volvemos al comienzo, a conocerSE, pero la aventura continúa. Indiana en busca de sí mismo, ahora y gracias al blog, con el mapa del tesoro.