miércoles, 30 de noviembre de 2011

Del lector que se puso a escribir. Parte II

No tengo una prosa sedosa,
mis palabras no son suaves, no acarician hasta hacer estremecer.
No la siento partitura transformada en tus manos melodía.
Importa lo dicho
no es bella en el fondo.
No es poesía.

Escribir me es laborioso. No hay romanticismo en mis textos.
No son más que los deshechos resultantes de ordenarlo todo para vivir inspirado.
En este lugar. En este momento. Durante una vida.
Son textos inútiles tras su punto final.

Y sin embargo los conservo.
Tal vez quiera ser el viejo de ojos alegres enmarcados en arrugas, que contempla con orgullo los recuerdos de su baúl.

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